30/08/2022

La mentira en directo en el campo de batalla

La desinformación: un arma moderna en tiempos de guerra

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Escrito por Julio Montes

Este es el primer conflicto en el que hemos vivido la mentira en directo, desde el minuto uno de la invasión. Ganar la opinión pública se convirtió en un objetivo primordial para ambos bandos desde esos primeros momentos; en los que, por su parte, los medios necesitaban imágenes. La cada vez más todopoderosa inmediatez exige enseñar al espectador lo que está ocurriendo ya, y ya significa que te la pueden colar. Deberíamos preguntarnos cómo solucionarlo y cómo evitar lo que esto conlleva para la profesión. Lectores que desconfían, y un ecosistema desinformador que se aprovecha del altavoz de los medios.


JULIO MONTES*

La desinformación es un arma de guerra. Lo sabíamos, se ha estudiado. Éramos conscientes de que la mentira cambia percepciones y de que es un elemento bélico más antes, durante y después de muchos de los conflictos de la historia. Pero, en la invasión rusa a Ucrania, hemos sido conscientes de que no solo el atacante la usa; hemos conocido la desinformación como arma defensiva.

Igual que en 1991 vivimos la guerra del Golfo en directo, 30 años después, este es el primer conflicto en el que hemos vivido la mentira en directo, desde el minuto uno de la invasión. Y no solo por televisión, también en TikTok, en directos de Instagram, comentando las operaciones militares en Twitch, etc.

Solo en las primeras horas del ataque ruso, en Maldita.es desmentimos 17 bulos. Ese 24 de febrero se convirtió en un escenario inabarcable de desinformación: vídeos de bombardeos de hace años que no se correspondían con Ucrania, videojuegos que se hacían pasar por ataques reales… Un caos en el que entre el ruido y la mentira intencionada se intentaba ganar la batalla del relato: desde el lado ucraniano se difundían desinformaciones que buscaban levantar la moral de los suyos con falsas historias de heroísmo o alertar al mundo de bombardeos rusos con la utilización de cientos de imágenes, aunque no fueran reales; desde el lado ruso se intentaban negar los bombardeos que sí lo eran. En esas primeras horas, ganar la opinión pública se convirtió en un objetivo primordial.

Desinformar es una herramienta sencilla, barata y con un gran impacto. En esos primeros momentos, los medios de comunicación necesitaban imágenes; la cada vez más todopoderosa inmediatez exige enseñar al espectador lo que está ocurriendo ya, y ya significa que te la pueden colar. Eso sucedió en todo el mundo y deberíamos preguntarnos cómo solucionarlo y cómo evitar lo que esto conlleva para la profesión. Lectores que desconfían, y un ecosistema desinformador que se aprovecha del altavoz de los medios.

Antes de la guerra
En realidad, la campaña desinformativa en español había empezado antes de que se produjera el primer disparo. Durante meses, desde Rusia y sus medios afines se negó que existiera un plan para invadir Ucrania. Todo eran “teorías de la conspiración”. Desde el canal de televisión ruso RT en español buscaban desacreditar los contenidos que alertaban del acercamiento de tropas rusas a Ucrania y las informaciones que alertaban de una posible invasión por parte de Rusia: “Por supuesto, llegará enero, después febrero y marzo, acabará 2022 y seguro que en los medios seguirán leyendo que la invasión es inminente. Quienes advierten una y otra vez de una inminencia que nunca llega, no lo hacen por ignorancia, sino porque lo tienen perfectamente calculado”.

La campaña desinformativa en español había empezado antes del primer disparo

El 20 de febrero, citando al Gobierno ruso, RT hablaba del “mito de la invasión”. El día siguiente del ataque ruso, el viernes 25 de febrero, en RT se habló de “un operativo” para “salvaguardar la seguridad de millones de personas que viven en Dombás”. Pese a las informaciones durante meses sobre esta posible agresión, el presentador de RT decía que “había sido una sorpresa”.

RT se convirtió así en un agente muy importante a la hora de conseguir los objetivos rusos antes y durante el ataque, siguiendo las tres des que podrían definir la actuación de este canal estatal:

  • Desestabilización en otros países
  • Desinformación dentro de un proyecto más amplio y con un objetivo político
  • Diplomacia de Putin

Su misión no es desinformar con bulos puntuales de manera recurrente, como pueden hacer otras webs “buleras”, sino que todo forma parte de una acción global y a largo plazo con un objetivo político. Como arma mediática del Gobierno de Putin que son, tienen un fin propagandístico detrás. Son un ejemplo de desinformación en un sentido más amplio y con más alcance: mezcla de realidades, medias verdades y rumores en los temas que tienen intereses directos rusos.

Desinformación defensiva
Para Maldita.es, el ataque a Ucrania ha supuesto conocer una nueva forma de utilización de la desinformación en una situación bélica. El uso defensivo: frente a un ataque de una potencia más poderosa, es un arma eficaz exterior para ganar definitivamente el favor de la opinión pública e internamente para fortalecer la moral de las tropas y del pueblo que resiste al invasor.

La creación de héroes mediante historias falsas, dar ánimos con mentiras: la Isla de las Serpientes y el supuesto sacrificio de los militares ucranianos que no fue tal o el “fantasma de Kiev”, el supuesto piloto ucraniano que supuestamente habría derribado varios aviones rusos.

¿Es lícito hacerlo cuando tu país es atacado? Es algo que necesitaría un debate profundo. La realidad desde el periodismo es que, más allá de una legitimidad defensiva, solo podemos agarrarnos a los datos y a la realidad para poder contar de verdad lo que está sucediendo.

Desinformación local, alcance global
En Maldita.es, hemos desmentido 150 desinformaciones desde el comienzo de la invasión. Ha habido bulos de todo tipo: imágenes falsas, acusaciones a medios de comunicación, intentos de negar víctimas de los ataques, vídeos y fotos sobre agresiones rusas a la población ucraniana que en realidad no lo eran, pero que creaban caos desinformativo, etc. Incluso, imágenes que pertenecían al pasado, de otros conflictos, de eventos no relacionados con guerras y hasta sacadas de videojuegos. Todas ellas fueron creadas y viralizadas para un consumo global, adaptando algunas de ellas a las realidades de cada país en el que se estaba intentando influir, pero con un objetivo amplio y general. Esto -darnos cuenta de que los bulos se estaban reproduciendo en todos los países- nos llevó a buscar la colaboración para intentar detenerlos, por lo que creamos junto con otros compañeros verificadores un proyecto llamado UkraineFacts.org.

La colaboración entre verificadores, clave para desmontar los bulos y limitar su impacto

Tener una base de datos mundial y colaborativa en la que se puede comprobar en qué países se ha detectado cada desinformación y acceder a los desmentidos de las diferentes organizaciones de verificación que lo han investigado es fundamental en una situación de crisis desinformativa. Los bulos circulan rapidísimo y una de las claves es desmontarlos cuanto antes para limitar su impacto, por eso la colaboración entre los verificadores es clave. Tres días después de que comenzara la invasión, esa base de datos tenía ya más de 300 entradas de verificadores en 35 países. Cien días después, ya eran más de 3.800.

Dicha base de datos, además de permitirnos no duplicar esfuerzos investigando lo mismo, también nos permite saber cuándo ha empezado a circular cada desinformación en cada país. Además, hemos comprobado que, a diferencia de durante la pandemia de COVID-19, cuando cada pieza de desinformación podía tardar semanas en saltar de un país a otro, en este caso se han viralizado en partes dispares del mundo al mismo tiempo, lo que sugiere una estrategia coordinada a nivel mundial.

De la COVID a Putin: desinformación en canales conspiranoicos en español 
Decenas de canales en Telegram, grupos de Facebook y cuentas de Twitter en español han pasado de afirmar que “la COVID-19 no existe” y “las vacunas llevan chips y matan” a, automáticamente, defender el ataque de Rusia a Ucrania con desinformación. Canales con más de 200.000 seguidores que han mutado hasta convertirse en negacionistas del ataque del Kremlin contra el país vecino. Lo hacen afirmando que las víctimas que aparecen en las imágenes de los ataques rusos son actores o que se están realizando “montajes” para simular ataques por parte de Rusia.

Esto es importante porque nos da un ejemplo de cómo la desinformación se construye en canales y comunidades que crecen cada día unidos bajo premisas conspiranoicas que van más allá de algo puntual y con una especial fortaleza en castellano. El tema de la desinformación puede mutar, pero el objetivo a largo plazo no. Buscan crear en una parte de la sociedad la sensación de que la están engañando continuamente y de que ellos, en esos canales, son los únicos que les dicen la verdad. Se trata de confundir y desestabilizar. Son comunidades que tienen mucho en común con las sectas y con una gran implementación en castellano. De España a Latinoamérica y a Estados Unidos, una ruta de la seda desinformativa construida bajo el paraguas de una comunidad que cree en una conspiración mundial.

Verificar la guerra: la fase Osint
Decenas y decenas de imágenes que verificar y un arma en manos de los periodistas: el método Osint (acrónimo de Open Source Intelligence), la investigación a partir de fuentes abiertas y herramientas disponibles para los periodistas. Durante este conflicto, ha habido en concreto tres herramientas que se han convertido en imprescindibles: una sencilla, la búsqueda inversa de imágenes, que nos ha permitido saber, por ejemplo, que una foto de un incendio cerca de Chernóbil no era actual ni tenía relación con el conflicto de Rusia y Ucrania, aunque se difundiese como tal, sino que era de un fuego que se produjo en abril de 2020.

La segunda, también básica, aunque algo más complicada, pero que permite que no nos la cuelen: la geolocalización y las imágenes satelitales. Para saber dónde se ha producido un hecho o para comprobar que se ha producido donde nos están indicando, tenemos que geolocalizar, es decir, ubicar en una dirección la imagen que circula, o comprobar en un mapa si realmente el lugar en el que dicen que se ha tomado se corresponde con el de la imagen.

Y la tercera: en esta guerra desinformativa, los metadatos -datos que describen el contenido de un archivo, ya sea una imagen, un vídeo o un documento PDF- han sido imprescindibles. Son esos datos que una aplicación genera al crear un archivo. En el caso de un vídeo, por ejemplo, puede ser la fecha y la hora en la que fue creado, la duración, el formato, etc. Por citar una herramienta, metadata2go nos permite obtener esos metadatos de archivos.

Herramientas imprescindibles: búsqueda inversa de imágenes, geolocalización, imágenes satelitales y metadatos

Cuando los intereses de unos y otros hacen que solo el periodismo pueda ir más allá y encontrar la realidad, en Maldita.es lanzamos para ello un proyecto colaborativo: el Equipo O. Un equipo de voluntarios compuesto por expertos en investigación con fuentes abiertas que colaboran con sus conocimientos para luchar contra la desinformación.

Zelenski, objetivo a abatir
El papel de la desinformación contra el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, nos sirve también para identificar las distintas fases de la guerra. Del cómico que iba a huir al nazi, drogadicto, borracho y satanista. Sí, todo eso se ha dicho sobre Zelenski con imágenes manipuladas o directamente falsas.

Desde el comienzo se utilizó un vídeo de una de sus series para afirmar que ya en su campaña electoral buscaba el enfrentamiento armado, y desde el primer día, los bulos señalaron que había abandonado Ucrania. El mismo 24 de febrero se dijo que había huido; el 25, que estaba en Polonia; el 1 de marzo, el presidente del Parlamento decía que Zelenski ya no estaba en Kiev. El día 5, varias webs insistían en que había abandonado Ucrania y estaba en Polonia. Así durante toda la invasión.

Después de esa primera fase, en la que se le intenta tachar de cobarde, pasamos a la fase de la criminalización: se está convirtiendo en un héroe y hay que detener esa imagen, y qué mejor que los bulos para ello. Quieren convertirle en un nazi, y para ello se empiezan a difundir imágenes falsas suyas con camisetas con esvásticas; y, después, se le acusa abiertamente de alcohólico y drogadicto. ¿En qué se basan? En nada, más allá de un vídeo que sacan de contexto en el que el presidente ucraniano se rasca la nariz varias veces y hace gestos con la boca. Aunque puedan parecer mensajes absurdos, lo cierto es que llegan a miles de usuarios y saltan a otras plataformas. La cosa no queda ahí, porque desde el Kremlin intentan explícitamente que esta teoría cale y Vladímir Putin afirma en una intervención que quienes gobiernan en Ucrania son “drogadictos”. La última teoría desinformativa es que Zelenski es un “satanista judeosionista” y que forma parte de una élite mundial que busca dominar el mundo.

Podemos pensar que la gente no lo cree, simplemente por el hecho de lo delirante que nos puede parecer, si bien  una de las cosas que hemos aprendido es que las desinformaciones por muy locas que parezcan van calando, van haciendo mella en un porcentaje de la población que va entrando en ellas como si de una secta se tratase.

Las víctimas de la desinformación
Desde el día del comienzo de la invasión, ha habido víctimas directas del conflicto armado y también de las campañas de desinformación. Un ejemplo es la mujer ucraniana víctima de una explosión en Chugúyev. Ese mismo 24 de febrero, hubo una explosión en el óblast de Járkov. Un bloque de apartamentos quedó dañado, murió una persona y hubo varios heridos. La imagen de una de esas personas heridas, llamada Helena, se hizo viral. Primero se afirmó falsamente que la mujer fue víctima de una explosión de gas que se produjo en un edificio de Rusia en 2018, no en Ucrania, y que todo era un montaje. Cuando se demostró que no era así, se la acusó de trabajar para el Ministerio de Defensa ucraniano, uniendo su foto herida junto a la de una mujer con un fusil y a otra de una mujer rodeada de militares.

Ha habido víctimas directas del conflicto armado y también de las campañas de desinformación

Otra de estas víctimas es Marianna Podgurskaya, una de las mujeres embarazadas del hospital de Mariúpol, que sufrió un ataque el 9 de marzo de 2022. Se afirmó que era una actriz y que nada era real, o que Marianna era modelo y no estaba “ni embarazada”. Una estrategia que pretende que pensemos que nada de lo que sucede en Ucrania es real, que no hay muertos civiles.

Bucha: territorio en disputa desinformativa
El 2 de abril, Ucrania anunció la liberación por parte de sus fuerzas armadas de toda la región de Kiev, hasta el momento bajo el control del ejército ruso. Tras su recuperación, hemos podido ver imágenes de calles devastadas con cadáveres en el suelo. Ante esto, tanto las autoridades y fuerzas rusas como diversos usuarios en redes sociales han asegurado que las fotos y los vídeos de cadáveres “son un montaje” o “que se produjeron después de la salida de las tropas rusas de la ciudad”.

La realidad es que las imágenes satelitales del 19 de marzo de Bucha, más de una semana antes de que Ucrania retomase el 1 de abril la localidad, tomadas por la empresa Maxar Technologies y publicadas por The New York Times, muestran ya los cadáveres en una calle que posteriormente fueron grabados en un vídeo el 1 de abril.

Todo puede convertirse en una campaña de desinformación: el caso de Eurovisión
Partían como los favoritos de la noche. Ucrania, representada por el grupo Kalush Orchestra, se presentaba al Festival de la Canción de Eurovisión 2022 como una clara candidata a la victoria final y con el apoyo público de las otras candidaturas. Ese respaldo, provocado por la invasión rusa del país, se manifestó también en forma de cientos de puntos tanto por parte del jurado como del público. Los pronósticos se cumplieron y, si la guerra lo permite, el certamen del próximo año se celebrará en Ucrania.

Al mismo tiempo que Kalush Orchestra volvía al escenario de Turín (Italia) para interpretar su canción ganadora, se iniciaba en redes una campaña de desinformación que pretendía menoscabar el éxito de la candidatura ucraniana al tacharla de neonazi. ¿En qué se basaban? En bulos.

Se afirmó que el representante de Ucrania en Eurovisión hizo el saludo nazi en una imagen. La realidad, viendo el vídeo completo y otros tiros de cámara, es que estaba saludando al público. También se afirmó que los representantes de Ucrania en Eurovisión pidieron ayuda para el batallón Azov tras su actuación. No fue así. Al terminar la actuación, el líder del grupo dijo en inglés: “I ask to all of you: please help Ukraine, Mariupol, help Azovstal, right now”. En español, la frase es la siguiente: “Les pido a todos ustedes: por favor, ayuden a Ucrania, Mariúpol, ayuden a Azovstal, ahora mismo”.

El grupo ucraniano no menciona explícitamente en ningún momento al batallón Azov, sino que pide ayuda para Azovstal, una planta siderúrgica ubicada en Mariúpol, que se encontraba bajo el asedio de las fuerzas rusas. Entre ellos, soldados del batallón Azov. Pero no fue una llamada de apoyo a estos.

RT y el cierre de medios
Más allá de la decisión sobre RT y, dejando claro que en Maldita.es estamos en contra del cierre de canales de YouTube, cuentas en redes sociales o de televisiones sin tener un marco y unas reglas de juego que puedan definir de manera transparente cómo y por qué se realiza dicho proceso, esta decisión abre varios debates muy interesantes con respecto a la lucha contra la desinformación. Y nos deja plantearnos unas preguntas que debemos responder juntos.

¿Quién define que una web o canal como RT está desinformando?, ¿son efectivos los cierres?, ¿bajo qué reglas se harían?, ¿es RT un medio de comunicación? y ¿qué es un medio de comunicación? ¿Qué debe cumplir una web o un canal para ser considerado un medio de comunicación?, ¿hay unos mínimos bajo los que se pudiera definir qué es, pero, sobre todo, qué no es? y ¿una web creada solo para desinformar o en la que una gran parte de sus contenidos lo son se puede considerar un medio de comunicación?

Desde la perspectiva de la desinformación, definir todo esto es muy importante para no crear “mártires” y, especialmente, para que todos jueguen y juguemos bajo las mismas normas. También en el caso de RT.